Desde muy joven, vender dibujos, pulseras, galletas y hasta cámaras de seguridad me enseñó que los negocios son algo más que ganar dinero. A medida que fui creciendo, comencé a comprender el valor real de la ética en el emprendimiento y cómo la tecnología puede ayudar a las pequeñas empresas a crecer.

En América Latina, estas pequeñas empresas son el verdadero corazón económico de nuestras ciudades y comunidades, que a menudo luchan por mantenerse al día con los rápidos cambios tecnológicos.

Mi perspectiva surge al observar a las mujeres talentosas que me rodean; hábiles artesanas que crean cosas increíbles pero se sienten abrumadas por los complicados trámites y los desafíos digitales. Estas mujeres tienen habilidades asombrosas y la capacidad de construir comunidades locales sólidas, pero las barreras administrativas les impiden expandir sus negocios. Vi cómo los sistemas complejos y la jerga técnica pueden frenar a las emprendedoras que solo quieren hacer un buen trabajo.

Esta experiencia me mostró que con el apoyo adecuado, podríamos ayudar a estas empresas a superar sus desafíos.

Nuestra startup se basa en una promesa sencilla: ofrecer tecnología justa, fácil de entender y realmente útil. Queremos crear herramientas digitales que respeten las necesidades únicas de las pequeñas empresas, facilitándoles su crecimiento sin perder su identidad ni sus valores. Al centrarnos en soluciones éticas y sencillas, nuestro objetivo es dar a los emprendedores la confianza y el apoyo que necesitan para convertir sus sueños en realidad.